Editorial

CADA DÍA, UN NUEVO DESAFÍO 

Usar correctamente las mascarillas y habituarse a lavarse las manos no nos hace raros; separarse uno del otro a cierta distancia, no nos cambia en nada, como dejar de abrazarse u otra expresión de cariño, no nos hace viles ni despreciables…  
Redacción RI

“No bajar la guardia”, “usar las mascarillas, lavarse las manos y evitar aglomeraciones” son invocaciones que hasta la saciedad nos hacen las autoridades sanitarias y el mismo gobierno… recomendaciones que, en cierto modo, podrían sonar a estribillo, burla o no tomarlo con interés lo que ocurre en el país, todo parece que, no hemos aprendido nada de las experiencias pasadas o de lo que, aún, viene ocurriendo…  

Usar correctamente las mascarillas y habituarse a lavarse las manos no nos hace raros; separarse uno del otro a cierta distancia, no nos cambia en nada, como dejar de abrazarse u otra expresión de cariño, no nos hace viles ni despreciables…  

La gente, como si nada, sale a la calle, menosprecia las recomendaciones con una conducta preocupante e iracunda, participa de reuniones de fin de semana, organiza paseos campestres, juega sus pichangas, padres que llevan a sus niños a los mercados u otro lugar exponiéndolos al virus; una larga lista de actividades opuestas a los reglas de seguridad, desafían al COVID y se creen seres inmortales; es una terrible realidad que vive el país, un grave problema que se trasladó a los hospitales rebasando su capacidad asistencial. 

Entendemos que, toda persona es dueña de su propia voluntad y es libre de elegir lo bueno o lo malo, de hacer o deshacer en su vida, su cuidado depende de sí misma, nadie puede exigir a otra persona realizar tareas que no quiere hacer, cada uno es libre de elegir su forma de vida, etc., pero llega el momento en que ese comportamiento culmina cuando puede afectar su propia vida o la vida de los demás, entonces, sobre la libertad individual debe primar el bien común…  

Tenemos leyes, penas, multas y muchas otras cosas más como existen autoridades para hacer cumplirlas donde el respeto y la responsabilidad esté, sobre todo, porque sin ese compromiso la conducta social sería desordenada y caótica… 

Es verdad que, para llevar el pan a la casa, se tiene que trabajar, pero eso, no impide para dejar de lado los protocolos de bioseguridad que son importantes medidas sanitarias para evitar contagiarse, sin embargo, aún, no se toma conciencia de ello, pese a la magnitud de la terrible enfermedad. 

El Perú registra un promedio de 1 millón 100 mil contagiados y más de 40 mil fallecidos, cifras muy altas que no se veía desde setiembre pasado, el ascenso es acelerado… los focos de contagio están en los mercados, bancos, transporte, en toda clase de reuniones, etc.  

A los hospitales llegan decenas de decenas de pacientes en pos de una cama UCI y los centros de salud de primer nivel siguen sufriendo miserias; por el momento, el gobierno busca un balance entre la salud y la economía de las personas y considera que puede manejar esta situación sin recurrir al confinamiento social, pese a las recomendaciones del Colegio Médico de impulsar un confinamiento radical. 

Nos falta una política descentralizada e integral que conciba al COVID como un espinoso problema de salud necesitándose, urgentemente, un rastreo para prevenir contagios masivos porque esta segunda ola – conforme se está comportando la gente – irá progresando hasta convertirse en un auténtico tsunami con vacunas o sin vacunas. 

En Cutervo, para contrarrestar el avance del virus, en diciembre pasado, se reunió el Comando Provincial de Operaciones COVID, para retomar sus coordinaciones de políticas sanitarias, acordando intensificar operativos, campañas de sensibilización, implementar camas en el Centro Médico COVID, etc. compromisos “uno que otro se cumple”, en Cutervo y en la mayoría de distritos siguen organizando fiestas, no reactivan sus Comandos COVID como, si en sus jurisdicciones, no pasara nada… 

Los operativos son importantes, pero no todos se efectúan con rigor y no “miden con la misma vara a todos”, siempre, hay preferencias y favores en desmedro de los demás; no hay control en el transporte de pasajeros, inclusive, algunas autoridades y quienes tienen que ver con el orden público dan mal ejemplo, ese cúmulo de desatinos es cuestionable que les quita la capacidad moral para exigir a los demás, por lo que se necesita acciones honestas, decididas y congruentes de la autoridad de cualquier nivel y recuperar la confianza… 

Si las reglas de bioseguridad, en la primera ola, fueron estrictas, en la segunda ola serán más rigurosos todavía, pero si hay mal comportamiento social, debemos entender que ya no depende de sistema sanitario sino de nosotros mismos y no nos queda otra cosa que ser más responsables, redoblar nuestra colaboración mutua y con inteligencia… 

Creemos que cada día es un nuevo desafío para enfrentar y vencer al virus, no se tiene los lotes de vacuna que puedan aliviar en parte… la situación es dura, empecemos a recapacitar todos, estamos en una de las peores crisis, no nos olvidemos que las fiestas y toda reunión social están prohibidas; si cumplimos con los protocolos de bioseguridad de seguro que se vencerá al virus, de lo contrario, seguiremos viendo un Centro Médico COVID repleto de pacientes con un personal asistencial estresado y cansado para atender  y que, a cada instante, pone en riesgo su vida, seguiremos viendo hogares destruidos con episodios muy tristes y dolorosos…  

Que el orden, el respeto, la solidaridad, baluartes del bien común fortalezcan a fin de evitar cada día solo lamentaciones y, nuestras iniciativas y recomendaciones sirvan en algo para detener la propagación de esta pandemia que acorrala al mundo con sus nuevas variantes que no dan tregua ni descansan, por lo que, tanto autoridades como población no podemos darnos el lujo de esperar mucho tiempo para actuar de la manera más conveniente.