Editorial

EL DIÁLOGO: HERRAMIENTA INFALIBLE, PERO DEBILITADA POR LA DESCONFIANZA

Editorial de este 3 de setiembre del 2025
Redacción RI

EL DIÁLOGO: HERRAMIENTA INFALIBLE, PERO DEBILITADA POR LA DESCONFIANZA

En una era marcada por la polarización y la crispación social, el diálogo emerge como el pilar fundamental de cualquier democracia vibrante. Es la herramienta que permite tender puentes entre diferencias, resolver conflictos y forjar consensos colectivos. Sin embargo, ¿qué valor retiene el diálogo cuando las palabras se desvanecen en el aire? ¿Qué pasa cuando las promesas, solemnemente firmadas en actas oficiales, se convierten en meros documentos polvorientos archivados en burocráticos cajones? El resultado es un ecosistema de incredulidad y desconfianza que no solo perpetúa los problemas, sino que los agrava, erosionando los cimientos mismos de la convivencia pacífica y el progreso compartido.

Cutervo, no escapa a esta dolorosa dinámica. Recientemente, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) ha vuelto a colocar sobre la mesa una agenda de compromisos que, en teoría, debería transformar la realidad vial de la región. Se trata de la ejecución de los tramos pendientes de asfaltado en la Longitudinal de la Sierra, específicamente el segmento Cochabamba–Cutervo–Chiple, una arteria vital para la integración regional. A ello se suma el corredor vial que enlaza Cutervo con Cuica, atravesando localidades como Sócota, San Andrés, Santo Tomás y Pimpingos, un proyecto que promete no solo conectar comunidades aisladas, sino también impulsar el comercio, el turismo y el acceso a servicios básicos. Estos acuerdos, plasmados en un acta oficial y difundida por Sucesos de Radio Ilucán, han recibido el respaldo explícito de las rondas campesinas, representadas por su presidente, don Santos Tenorio Guerrero, quien ha enfatizado la urgencia de su cumplimiento en nombre de la organización popular.

No obstante, la memoria colectiva de Cutervo está teñida de amargura por un historial de promesas incumplidas que se extiende como una sombra larga sobre el presente. Basta recordar las innumerables ocasiones en que autoridades nacionales y regionales han anunciado con fanfarria proyectos similares. Estas reiteradas promesas no solo genera una herida emocional en la población, sino que fomenta un ciclo vicioso de escepticismo hacia las instituciones. Cuando el pueblo pierde la fe en el diálogo institucional, el vacío se llena con frustración, radicalización y, en el peor de los casos, conflictos sociales que podrían evitarse con un mínimo de seriedad gubernamental.
Esta situación no es meramente local; refleja una patología más amplia en la democracia peruana, donde el Estado parece operar bajo una lógica de cortoplacismo electoral, priorizando anuncios espectaculares sobre ejecuciones concretas. En un país con desigualdades geográficas tan pronunciadas como el nuestro, las vías de comunicación no son un lujo, sino un derecho fundamental que incide directamente en la equidad social. Sin ellas, las regiones como Cutervo quedan marginadas del desarrollo nacional, perpetuando brechas económicas y culturales que alimentan la migración forzada y el subdesarrollo. 

Por eso, hoy más que nunca, la persistencia de la sociedad cutervina en exigir el cumplimiento de estos compromisos debe ser inquebrantable, organizada y vigilante. No se trata de mendigar favores del Estado, sino de reclamar lo que por justicia y derecho corresponde: infraestructuras que integren territorios, faciliten el intercambio económico, promuevan el bienestar colectivo y dignifiquen la vida cotidiana de miles de habitantes. Las rondas campesinas, las organizaciones civiles, los medios locales y la ciudadanía en general deben unirse en un frente común de monitoreo, utilizando herramientas como la transparencia pública y las audiencias ciudadanas para presionar por avances tangibles. Solo así se puede transformar el diálogo de un ritual vacío en un mecanismo efectivo de cambio.

El diálogo, en esencia, no puede reducirse a un intercambio de palabras huecas; debe traducirse en acciones concretas, medibles y oportunas. De lo contrario, pierde su esencia democrática y se convierte en un instrumento de manipulación que erosiona la confianza social. No más burlas ni actas sin valor. La responsabilidad del Estado es cumplir con integridad, honrando su rol como garante del bien común. Y la responsabilidad de la sociedad cutervina es no ceder ante la indiferencia, no conformarse con discursos efímeros, sino demandar resultados con la tenacidad que ha caracterizado a esta tierra de luchadores.

La confianza, una vez quebrantada, solo se reconstruye con hechos irrefutables. Cutervo no quiere más retórica vacía; anhela soluciones reales que pavimenten no solo carreteras, sino también el camino hacia un futuro próspero y unido. Que este sea el momento en que las palabras se conviertan en asfalto, en puentes, en progreso. Porque en última instancia, una democracia verdadera se mide no por sus promesas, sino por su capacidad de cumplirlas.

Por: José Matta Guerrero

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