Editorial
EL GRITO DE CAJAMARCA: CUANDO LA INDIFERENCIA CENTRAL OBLIGA A LA PROTESTA REGIONAL

EL GRITO DE CAJAMARCA: CUANDO LA INDIFERENCIA CENTRAL OBLIGA A LA PROTESTA REGIONAL
A pocos días de que el 6 de octubre de 2025 marque el inicio de un paro regional indefinido en Cajamarca, la región norteña se erige no como un foco de agitación caprichosa, sino como un epicentro de legítima indignación colectiva. Provincias como San Ignacio, Jaén, Cutervo, Chota, Hualgayoc y la capital regional han ratificado su adhesión unánime a esta medida de fuerza, impulsada por el Frente Unitario de Lucha (FUL-RC) y respaldada por rondas campesinas, sindicatos y gremios locales. No es un arrebato impulsivo, sino el agotamiento de comunidades que, año tras año, ven cómo sus clamores por desarrollo básico se evaporan en los pasillos burocráticos de Lima. En un país donde el gobierno central anuncia con fanfarria inversiones millonarias —como los 88 millones de soles transferidos para obras regionales en años previos—, Cajamarca permanece atrapada en el limbo de promesas incumplidas, donde las carreteras se convierten en trampas mortales y la inseguridad devora la cotidianidad.
Las demandas, cristalinas y urgentes, trascienden lo sectorial para interpelar al Estado en su esencia: la conclusión inmediata del asfaltado de vías troncales como la Longitudinal de la Sierra (tramo 2, Ciudad de Dios-Cajamarca-Chiple), paralizada por décadas de negligencia y emergencias viales que superan las 75 en solo un tramo; la culminación del aeropuerto de Jaén, cuya pista de aterrizaje —con obras retrasadas desde 2023 y un cierre que ha costado más de S/ 250 millones anuales en pérdidas económicas— sigue en ensayos técnicos pendientes de agosto, pese a promesas de reapertura en febrero y julio de este año; y, por encima de todo, políticas concretas contra la ola de inseguridad que azota no solo Cajamarca, sino al Perú entero.
El caso del corredor vial Cutervo-Sócota-San Andrés-Santo Tomás-Pimpingos ejemplifica esta podredumbre sistémica: una obra de 137 km, iniciada en 2016 con una inversión de 127 millones de soles para beneficiar a más de 140 mil habitantes, que hoy yace inconclusa, carcomida por la corrupción y la ineficiencia. Millones evaporados en contratos fallidos, predios no liberados y derrumbes no atendidos reflejan no solo un Estado débil, sino uno capturado por intereses que priorizan el desvío de fondos sobre el progreso humano. ¿Cuántos sueños de conectividad —de agricultores transportando cosechas sin riesgo de vida, de familias uniendo distancias en horas en lugar de días— han sido sacrificados en este altar de la impunidad? Es una afrenta moral: mientras Lima presume de "megaproyectos rimbombantes", las provincias cajamarquinas transitan caminos de barro y miedo, donde la violencia no es abstracta, sino el robo a mano armada en mercados o el asesinato por extorsión en fincas remotas.
En este contexto, la unidad emerge como antídoto indispensable contra la fragmentación que el poder central fomenta sutilmente. Es imperioso, como se ha sugerido, escuchar la voz del Comité Provincial de Rondas Campesinas, guardianas ancestrales del orden comunal, su posición frente a esta medida de lucha.
Este paro indefinido no es mera presión táctica; es un grito ético que demanda respeto a la dignidad regional. Cajamarca merece carreteras transitables que unan, no separen; un aeropuerto en Jaén que impulse el turismo y el agroexportador, no que condene al aislamiento; y una seguridad que libere a las familias del terror cotidiano, no que las someta a él. Reflexionemos: ¿qué dice de un país que, en 2025, obliga a sus regiones periféricas a paralizarse para ser vistas? Es el fracaso de un centralismo extractivo que ve a Cajamarca como proveedor de minerales, no como sujeto de derechos. La paciencia, como advierten los pueblos, tiene límites; y Cajamarca, con su historia de resistencia —desde Conga hasta paros educativos—, ya los ha rebasado.
Que este octubre no sea un eco efímero, sino el catalizador de un renacer cívico. La vigilancia ciudadana, aliada a la unidad rondera y gremial, debe presionar para que el gobierno deje de tratar a Cajamarca como un apéndice distante y la atienda con la urgencia que clama: mesas de diálogo vinculantes, fondos blindados contra la corrupción y políticas de seguridad integrales. Porque en la protesta organizada late la semilla de un Perú próspero, inclusivo y justo. Cajamarca se hace escuchar; ahora, que el MTC responda.
#RadioIlucán #Cutervo #Cajamarca