Editorial

“El Perú en Marcha: Entre la Indignación y la Esperanza”

Editorial de este martes 14 de octubre del 2025
Redacción RI

Editorial | “El Perú en Marcha: Entre la Indignación y la Esperanza”

El Perú se alista, una vez más, a salir a las calles. No es la primera vez que el pueblo decide levantar su voz contra la inseguridad, la corrupción y la indiferencia de quienes, desde el poder, parecen haber olvidado el verdadero sentido del servicio público. Cada marcha, cada protesta, cada clamor que recorre las plazas y avenidas del país, es el reflejo de una nación cansada de promesas incumplidas, de gobiernos que cambian de rostro, pero no de actitud.

Los jóvenes, los sindicatos, las organizaciones sociales… todos parecen coincidir en una misma lectura: los recientes cambios en el gobierno no representan una renovación real, sino un intento de “lavado de rostro” ante la inminencia de un nuevo proceso electoral. La ciudadanía percibe que se mueve el tablero político, pero las piezas siguen siendo las mismas. En un país donde los escándalos de corrupción se repiten como un eco interminable, la desconfianza se ha convertido en el sentimiento nacional.

El presidente del gobierno de transición, José Jerí, ha reconocido que el paro del 15 de octubre “refleja el descontento ciudadano que no podemos ignorar”. Sus palabras suenan correctas, pero el país espera mucho más que declaraciones de empatía. La población no quiere discursos, quiere acciones concretas. No basta con admitir que hay inconformidad; es necesario transformar esa inconformidad en políticas firmes contra la delincuencia, en decisiones transparentes que destierren la corrupción y en gestos que devuelvan la esperanza a un pueblo que se siente desprotegido.

Durante su encuentro con los gobernadores regionales, el presidente Jerí habló de priorizar la seguridad ciudadana y de mantener la institucionalidad democrática. Son, sin duda, pilares fundamentales, pero la institucionalidad no se sostiene con palabras: se construye con coherencia, con justicia y con la valentía de enfrentar los intereses que han convertido al Estado en botín de pocos.

El Perú está cansado de la inercia. Cansado de ver cómo se destruyen sus sueños mientras los corruptos gozan de impunidad y la inseguridad avanza sin freno. La marcha que se avecina no es solo una protesta; es una advertencia, una exigencia de cambio real. Es el grito de un pueblo que no se resigna a vivir con miedo ni a aceptar que la corrupción siga marcando su destino.

El gobierno de transición tiene una oportunidad única: demostrar que puede ser distinto, que puede sembrar confianza donde hoy reina el desencanto. Pero el tiempo es corto, y la paciencia del pueblo, también. Si este nuevo capítulo de la historia política del país no viene acompañado de hechos concretos, la marcha del 15 de octubre será solo el inicio de una larga cadena de movilizaciones. Porque cuando la gente pierde la fe en sus gobernantes, la calle se convierte en su única voz.

La provincia de Cutervo, ha dado ya una primera lección de unidad para exigir atención a sus demandas… esa voz ya dejó una clara  lección.
Hoy, más que nunca, el Perú necesita escuchar y actuar. El pueblo está hablando. Ojalá, esta vez, el poder tenga el valor de escuchar.

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