Editorial
ELECCIONES 2026: ¿CAMBIO O REPETICIÓN DE LOS MISMOS ERRORES?”
#Editorial | ELECCIONES 2026: ¿CAMBIO O REPETICIÓN DE LOS MISMOS ERRORES?”
El calendario electoral avanza y, con él, el país se encamina hacia las Elecciones Generales del 2026. Este 31 de octubre vence el plazo para que los partidos inscriban a sus precandidatos presidenciales y, una vez más, el panorama político del Perú se llena de nombres conocidos, rostros repetidos y promesas recicladas. Lejos de proyectar una renovación, lo que observamos es la confirmación de un círculo vicioso que mantiene a nuestra democracia atrapada en la mediocridad y la desconfianza.
Los partidos políticos, en teoría, son los pilares de la vida democrática. Sin embargo, en la práctica peruana, muchos de ellos se han convertido en maquinarias electorales sin ideología, sin cuadros nuevos y sin una visión de país. En lugar de apostar por liderazgos jóvenes, por técnicos capaces o por ciudadanos con credibilidad moral, las dirigencias han optado por los mismos de siempre: Se anuncia a través distintos medios digitales de congresistas que han protagonizado escándalos, que han usado sus curules para el beneficio personal y que han desprestigiado aún más la política nacional.
Resulta preocupante comprobar que, mientras el país atraviesa una crisis de confianza y una desconexión total entre la clase política y la ciudadanía, los partidos insisten en reciclar los mismos nombres y fórmulas fracasadas. Así, las listas al Congreso y al Senado —que volverán a ser dos cámaras después de casi tres décadas— se llenan con rostros que simbolizan el descrédito, la improvisación y el oportunismo. La pregunta es inevitable: ¿qué esperanza puede tener el Perú con más de lo mismo, pero en doble dosis?
El bicameralismo prometía madurez legislativa: debate profundo, contrapesos y leyes meditadas. Sin embargo, si lo ocupan los artífices del descrédito actual, tendremos un Congreso más grande, pero igualmente disfuncional, propenso a obstruccionismo y pactos bajo la mesa. Ejemplos sobran: desde la disolución express de 2019 hasta comisiones investigadoras convertidas en shows mediáticos.
Es hora de que la ciudadanía pase de la resignación a la exigencia. No votemos por inercia, apellido o marketing efímero. Las urnas de 2026 deben servir para sancionar traiciones, premiar propuestas viables y demandar visiones integrales: educación de calidad, reactivación con equidad, lucha frontal contra la corrupción y fortalecimiento institucional.
Es momento de que los ciudadanos asumamos un papel más exigente y vigilante. No podemos seguir votando por costumbre, por simpatía o por resignación. Las elecciones de 2026 deben ser una oportunidad para romper con el círculo de la mediocridad, para castigar con el voto a quienes han traicionado la confianza del pueblo y para exigir verdaderos proyectos de nación.
El Perú no puede seguir administrando su crisis con los mismos que la provocaron. El reto está en nuestras manos: o cambiamos el rumbo ahora, o volveremos a lamentarnos mañana por haber elegido, otra vez, más de lo mismo… y en doble plato.
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