Editorial

LOS 13 FALLECIDOS EN PATAZ...SON SÍMBOLOS DE UN PERÚ QUE CLAMA POR JUSTICIA, SEGURIDAD Y DIGNIDAD

Ignorarlo sería condenarnos a más tragedias
Redacción RI

 Los 13 fallecidos en Pataz…son símbolos de un Perú que clama por justicia, seguridad y dignidad. Ignorarlo sería condenarnos a más tragedias.

Una masacre que revela el colapso del Estado y la urgencia de un cambio real.

La masacre en la mina La Poderosa, en Pataz, donde trece trabajadores fueron asesinados, no es un hecho aislado, sino una muestra descarnada del país en que nos hemos convertido: uno fracturado por la violencia, la informalidad y un Estado ausente. Esta tragedia refleja la profunda descomposición institucional y social que afecta al Perú.

Durante años, se ha permitido que la inseguridad se normalice. Hoy, bandas criminales dominan territorios con impunidad, extorsionan, asesinan y se infiltran en sectores claves como la minería ilegal, el comercio y el transporte. En este contexto, el Estado ha perdido el control de regiones enteras, cediendo espacio a estructuras paralelas de poder que imponen su ley mediante el terror.

La informalidad, que abarca más del 70% de nuestra economía, es el terreno fértil para esta barbarie. En zonas como La Libertad, miles de trabajadores sobreviven en la minería informal sin protección ni derechos, abandonados por un Estado incapaz de ofrecer alternativas dignas. Los trece asesinados en Pataz no solo fueron víctimas de una emboscada, sino de un sistema que los empujó a operar en la ilegalidad para poder subsistir.

El gobierno de Dina Boluarte y su premier Gustavo Adrianzén ha respondido con declaraciones vacías y una pasividad alarmante. Su desconexión con la realidad nacional evidencia la falta de liderazgo en momentos críticos. La población no necesita discursos, sino decisiones firmes, estrategias coherentes y presencia estatal efectiva en las zonas más vulnerables.

La diferencia entre la capacidad operativa de las mafias y la debilidad de nuestras instituciones es abrumadora. Mientras los criminales actúan con planificación, armamento y logística, la Policía y el Ministerio del Interior parecen rebasados, mal equipados y sin una estrategia clara. La ciudadanía ha perdido la confianza. Según Ipsos, el 82% considera que la inseguridad es el principal problema del país.

Lo más preocupante es que esta violencia ya no sorprende. El sicariato, las extorsiones y los asesinatos se han vuelto parte del paisaje cotidiano en muchas regiones. Esto es producto de décadas de desigualdad, exclusión y ausencia del Estado, factores que alimentan un círculo vicioso de pobreza, ilegalidad y crimen.

La masacre de Pataz debe ser una llamada de alerta. No podemos seguir administrando la crisis con parches. Se necesita una reforma estructural: fortalecer la institucionalidad, formalizar la economía, invertir en educación, infraestructura y justicia. Y, sobre todo, recuperar la autoridad moral y operativa del Estado.

El país no soporta más indiferencia. Los trece rostros de La Poderosa nos exigen respuestas. No son solo víctimas de un ataque, sino símbolos de un Perú que clama por justicia, seguridad y dignidad. Ignorarlo sería condenarnos a más tragedias. 

Por: José Matta Guerrero 

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