Editorial

PARADOJAS DE LA VIDA: UNOS GENEROSOS Y OTROS INSENSIBLES 

En la vida puede ser peligroso cuando se actúa por ignorancia o por ingenuidad, pero más peligroso es aún, cuando se actúa en plena conciencia y con perversidad para causarle daño a los demás.
Redacción RI

Resulta aburrido o como se dice en el argot criollo “la misma cantaleta” cuando, de manera reiterada, se aborda el mismo tema, sin embargo, esto no es así, y nos vemos obligados hacerlo, debido a las graves consecuencias que acarrea y son personas inocentes que las sufren al ponerlas en peligro su vida. 

En Cutervo, como en distintas partes del país, existe un sector de la sociedad que esquiva a la ley y hace de su vida un estilo de supuesta independencia sin prever la magnitud del daño que le puede causar a los demás. 

En los operativos de la PNP y el Serenazgo, desplegados de manera conjunta, se tiene una larga lista de detenciones por desacato a la ley y desobediencia a la autoridad, en flagrante delito se suele encontrar a hombres y mujeres libando licor, participando en fiestas familiares, reuniones amicales, matrimonios, juergas, jugadas de gallos, haciendo deporte y otros hechos más, siendo conducidos a la Comisaría Policial para la sanción pertinente.  

Irresponsables actos que, diariamente y de manera simultánea, se realizan en diferentes puntos de nuestra localidad, hacen que tanto la PNP y el Serenazgo no se den abasto, sin embargo, en respeto a sus atribuciones y en la defensa de la salud pública, tendrán que continuarlos “sí o sí”, en consecuencia, la población así lo espera. 

Pensábamos que, en este tiempo donde prima el conocimiento, la palabra era suficiente para convencer a las personas sobre la magnitud y los resultados de la pandemia en que la participación de la ciudadanía es muy necesaria, pero dada las cosas y ante la apatía de un sector se está insinuando a épocas antiguas en donde “la letra con sangre entra”, y ante tanta infracción el castigo o la sanción parecen ser inevitables, porque las leyes se han dictado para todos y nadie tiene corona para ser exceptuado, y tiene que cumplir desde el ciudadano común y corriente hasta el Presidente de la República… 

Esta situación se presenta porque existe la cultura de “que cada quien hace lo que le viene en gana”, donde el orden, el buen comportamiento, la disciplina, la razón, la responsabilidad u otros valores que adornan a las personas se están alejando, especialmente y, más aún, en estos momentos en que se pide mayor solidaridad. 

En Cutervo, todavía no se aprende la lección, pues, se acerca a los 1 200 casos positivos del coronavirus, sin precisar que, también, en nuestras campiñas hay personas contagiadas que no concurren al Hospital ni al Centro Médico COVID, sino, prefieren curarse así mismo, probablemente, con la creencia que las plantas medicinales será la opción más efectiva.  

Pese a que miramos las cosas con optimismo, nos parece que, estamos perdiendo la batalla, por esos porqués paradójicos y vergonzosos propiciados por la rebeldía de un sector ciudadano y, en muchos casos, por la desidia institucional, especialmente, de quienes dirigen el sector de salud de nuestra provincia.  

 

En el Perú como en cualquier país del mundo, es común el desacato a las medidas sanitarias que motivan la propagación de una epidemia o pandemia, contaminan o adulteran bienes e insumos, alimentos, bebidas, comercializan ilícitamente productos farmacéuticos, etc. que está tipificado como delito contra la salud pública y está penado con varios años de prisión. 

Los estragos que está dejando el coronavirus nos permiten para conocerse más entre personas, y los ha divido en dos grandes grupos, unos generosos y otros insensibles; los primeros son solidarios, responsables y respetuosos; en cambio, los otros, son desobedientes, indiferentes, despiadados, indolentes hasta perversos, cuyas actitudes así lo demuestran, poco les importa su vida y la de los demás, pareciera que a propósito provocaran más contagios y muertes, siendo esta realidad, un espinoso problema social.  

Hay jóvenes y adultos, como si fuera una gran hazaña, salen a las calles violando las normas establecidas con la falsa creencia que son inmunes al coronavirus, no conservan el distanciamiento social, tampoco el uso de mascarillas y, así, quizás será, en el cumplimiento del lavado de manos que se nos ordenan ser permanente…  

Desde que se iniciara la emergencia sanitaria que lleva cerca de 6 meses, se ha reiterado las recomendaciones para evitar el avance del virus, como también, se ha relatado casos de irresponsabilidad de un sector, alimentado por su delirio y apatía que encaminan a un comportamiento a la deriva durante esta pandemia que lo tiene acarralado al país. 

En la vida puede ser peligroso cuando se actúa por ignorancia o por ingenuidad, pero más peligroso es aún, cuando se actúa en plena conciencia y con perversidad para causarle daño a los demás.  

Si las autoridades y la población tomáramos la misma direccionalidad en el cuidado de nuestra vida y la salud, los resultados serían muy satisfactorios, se reduciría el dolor y la preocupación en las familias y, más todavía, si tenemos ese grado cultural que nos debe diferenciar del resto donde la sensatez, solidaridad y generosidad sean los pilares esenciales que encaminen a mejorar la forma de actuar de nuestra población, puesto que, el egoísmo y la maldad es el ardid de los perversos y de los corruptos, por lo que, debemos apostar, sin perder el tiempo, por una sociedad altruista formada en valores…