Editorial

VALORAR LO NUESTRO, REAFIRMAR NUESTRA IDENTIDAD

Editorial de este viernes 31 de octubre
Redacción RI

 #Editorial | VALORAR LO NUESTRO, REAFIRMAR NUESTRA IDENTIDAD

Hoy, 31 de octubre, el calendario marca una disonancia cultural que debería interpelarnos profundamente. Oficialmente, el Perú celebra el Día de la Canción Criolla, una fecha destinada a honrar el alma melódica de la nación; un tributo a los hombres y mujeres que, armados de guitarra, cajón y sentimiento, forjaron los cimientos de nuestra identidad sonora. Sin embargo, la jarana parece cada vez más ensordecida. La conmemoración de lo nuestro languidece, eclipsada por el estruendo comercial de una celebración importada que, si bien legítima en su origen, nos es culturalmente ajena.

No se trata de una simple competencia de festividades; es el síntoma de una crisis de identidad más profunda. Resulta alarmante observar cómo el espacio de la peruanidad es cedido, año tras año, con pasmosa facilidad. La avanzada de Halloween no es solo una adopción lúdica; es una imposición mediática y de mercado que refleja un proceso de alienación y desarraigo. No estamos simplemente "olvidando" nuestras raíces; estamos permitiendo activamente que sean sepultadas bajo disfraces ajenos y una lógica de consumo que prioriza la novedad foránea sobre la herencia propia. La pregunta crítica es: ¿por qué nos resulta más fácil consumir lo de fuera que defender y promover lo de dentro?
Descuidar la canción criolla es descuidar nuestra propia biografía. El Día de la Canción Criolla no es un feriado vacío; es un llamado urgente a la memoria. Es evocar el desgarro y la elegancia de Chabuca Granda, la voz eterna de Lucha Reyes, la pluma precisa de Felipe Pinglo y la maestría de Óscar Avilés y Arturo “Zambo” Cavero. Ellos no son meros artistas; son cronistas de nuestra alma. En sus letras y melodías no solo plasmaron el sentir del pueblo, la vida en los barrios, el amor y la nostalgia; construyeron una patria simbólica. Su legado no es una pieza de museo: es una herencia activa, política y cultural que demanda ser vivida.

Esta reflexión, que parece tan limeña, resuena con igual o mayor fuerza en cada rincón del país. Nuestra provincia, Cutervo, es también un bastión de esa riqueza cultural amenazada. Con su música, sus danzas, sus tradiciones y su gente, Cutervo tiene un universo que mostrar. Pero no es inmune. Somos herederos de una identidad que no debe ser opacada, sino fortalecida por sus propios hijos. La responsabilidad es doble: no solo resistir la uniformidad global, sino promover activamente lo local. Cada cutervino, cada peruano, debe asumir su rol de embajador cultural, primero en su propia casa.

Que quede claro: valorar lo nuestro no significa un chauvinismo ciego ni un llamado a cerrarnos al mundo. No se trata de prohibir la calabaza, sino de asegurar que la guitarra y el cajón no sean silenciados. La verdadera identidad cultural no se construye con murallas, sino con raíces profundas. Solo quien conoce, ama y respeta sus orígenes puede dialogar de igual a igual con otras culturas, sin miedo a disolverse en ellas. Solo desde la dignidad de lo propio se puede abrazar lo universal.

Que este 31 de octubre sirva para una reflexión que trascienda la coyuntura. El desafío no es solo poner un vals criollo en la radio; es cuestionar nuestra propia pasividad. Es exigir a los medios de comunicación más espacio para nuestros cultores. Es invertir en la formación de nuevos valores. Es pasar del "valoremos lo nuestro" pasivo a una militancia cultural activa.

La identidad no se hereda, se defiende. No se decreta, se construye día a día. Resaltemos lo nuestro, pero sobre todo, vivámoslo. Solo así garantizaremos que el Perú auténtico, el que canta desde el corazón, siga teniendo voz.

#RadioIlucán #Cutervo #Cajamarca #DiaDeLaCanciónCriolla