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La asunción de Dina Boluarte responde a una tregua con la oposición

Oposición aplaude por ahora, pero la designación de sus ministros puede determinar el tiempo que dure esta luna de miel.
Redacción RI

En la política no existen coincidencias. Ayer, como si los protocolos estuvieran planificados con anticipación, a la 1:50 de la tarde, cuando el Pleno del Congreso concretó la vacancia presidencial contra Pedro Castillo, el titular de la Mesa Directiva, José Williams Zapata, convocó a una sesión del hemiciclo a las 3 de la tarde para que la exministra Dina Boluarte jure como nueva mandataria.

Boluarte asistió puntual al Congreso, donde la esperaba Williams para ponerle la banda presidencial. Con el brazo izquierdo alzado y el derecho sobre una Biblia, ella asumió el cargo y dijo: “Juro por Dios y por la patria desde este momento hasta el 2026″.

Esto era el preludio de que en su primer discurso no iba a mencionar la propuesta de adelanto de elecciones. Más bien, propuso un alto al fuego entre el Ejecutivo y Legislativo. “Mi primera invocación es convocar a la más amplia unidad de todas y todos. Nos corresponde conversar, dialogar y ponernos de acuerdo. Convoco a un amplio proceso de diálogo entre todas las fuerzas políticas. Solicito una tregua política para instalar un Gobierno de unidad nacional”, manifestó.

Boluarte, además, pidió un lapso para que su gestión luche contra la corrupción, aseguró que solicitará apoyo del Ministerio Público y la Procuraduría para escarbar sobre las instituciones corrompidas durante el mandato de Castillo. Y cuando llegó el momento de referirse a su eventual gabinete, dio otro gesto.

“Tendremos que constituir un gabinete de todas las sangres, donde estén representadas todas las fuerzas democráticas”, planteó.

Acabado el discurso, miró hacia el palco del hemiciclo, donde se ubicaban los altos mandos de las Fueras Armadas, guardó silencio unos segundos, mientras los congresistas los aplaudían por no avalar el intento de golpe de Estado de Castillo y dijo: “A nuestras FF. AA. y a la Policía Nacional les digo que confíen en que el Gobierno que se inicia respetará su misión”.

Así acabó su discurso y ni una palabra sobre convocar a nuevas elecciones.

Reconocidos. Los altos mandos de las Fuerzas Armadas recibieron aplausos en el hemiciclo por no avalar el golpe de Estado de Pedro Castillo. Foto: difusión

Entre saludos y aplausos abandonó el Palacio Legislativo rumbo a Palacio de Gobierno, donde primero saludó a los trabajadores de este edificio y luego recibió a los magistrados del Tribunal Constitucional (TC). Más tarde se reunió con monseñor Carlos Castillo.

La asunción de Boluarte responde a una serie de acontecimientos. El 29 de noviembre, este diario adelantó que la entonces vicepresidenta se había alejado del exmandatario debido a la intransigencia de este para poner paños fríos a la gresca con el Congreso.

 

Ella, además, no había firmado las actas del Consejo de Ministros que aprobaron plantear una cuestión de confianza por la ley de referéndum y la que interpretaba que el Congreso le había negado la investidura al gabinete y que, por ende, se había gastado la primera “bala de plata”, dejando abierta la puerta para que el presidente disuelva el Parlamento.

Para esa fecha, Boluarte había decidido no continuar en el nuevo gabinete, el de Betssy Chávez. En su entorno afirmaron a fines de noviembre que la exministra no iba a renunciar en caso sea destituido Castillo. Respondieron que ella iba a proceder de acuerdo a la Constitución. Es decir, reemplazarlo.

Mientras tanto, en el Congreso, la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales le daba oxígeno a Boluarte. A comienzos de este año, el plan de la oposición era inhabilitarla luego de derrocar a Castillo. Pero eso cambió. El 5 de diciembre, días antes del debate de la vacancia, la Subcomisión aprobó el informe del congresista de Cambio Democrático Edgar Reymundo que recomendaba archivar la denuncia por infracción constitucional contra Boluarte por el caso Club Apurímac.