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Seis soldados murieron en el río Ilave por orden militar
Lo que se supone que tenía que ser una comisión periodística más terminó convirtiéndome en testigo de los minutos previos a lo que sería la muerte de seis soldados del Ejército en las gélidas aguas del río Ilave.
Después que se aseguraran que era periodista puneño, y no de la capital, y guardar registro de mis documentos personales, los aimaras, en el puente internacional de Ilave, el lunes me dieron la autorización para informar lo que sucedía en su jurisdicción.
No era un momento cualquiera. En la zona altiplánica había mucha tensión. El sábado, el ejército abrió fuego a la población de Juli y dejó cinco heridos, uno de ellos con impacto de bala. Luego de lo sucedido, el acuerdo era sacar a todos los militares y poblaciones aimaras.
En el momento que arribamos a la ciudad de Ilave, un grupo importante de comuneros se movilizaba hacia la zona de Huancuni, en las afueras de la ciudad. Entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, una patrulla de soldados partió de Ilave hacia Juli para controlar el orden público, luego que se registraran enfrentamientos con la población.
No lograron su cometido de llegar a Juli porque en medio camino los comuneros aimaras los interceptaron y los hicieron regresar caminando.
Los comuneros que literalmente los custodiaban los dejaron en la carretera, mientras que en frente cientos de comuneros de Ilave los esperaban en la cima de los cerros para pedirles que se retiraran.
Escalé a una de esas cumbres para ser testigo de cómo los aimaras se habían organizado para expresarles su rechazo a los militares. Y cumplieran con retornar a su cuartel en Ilave.